Voy a ser raptado.

Tengo serias razones para creer que yo, mi esposa y me pequeño hijo vamos a ser raptados.Este blog sera el medio que dejare para que todos mis seres queridos, amigos y personas con las cuales convivo diariamente puedan saber exactamente que nos sucedio.Antes de continuar quiero insistir en la seriedad de este asunto, se me acaba el tiempo y tengo por delante largas horas de dedicacion para que la informacion que poseo pueda estar accesible al momento de separarnos. Mi desaparicion es inminente y espero actuar con consecuencia los dias que quedan.Se que te resultara muy facil subestimar mis palabras y no darles la connotacion que requieren, pero cuando el momento llegue espero que recuerdes este sitio y busques en él la razon de lo que me ocurrio.
Por favor lee desde el principio.

martes, 30 de noviembre de 2010

El Retorno del Rey.

El tiempo a pasado rápidamente, ya son siete años desde el desconcertante harpazo. El mundo a experimentado cataclismos jamás antes vistos y en el presente todas las naciones del mundo estan obsesionadas en reunir sus ejércitos para la batalla final.

Israel recibió espíritu de gracia y de oración, la nación escogida clama por el regreso de Jesús el Mesías.

El sol y la luna están en penumbra, las estrellas caen del cielo conmovido. Los juicios han sido derramados y los propositos de estos siete años angustiosos se cumplieron. Entonces, desde la tierra se ve aparecer la anunciada señal del Hijo del Hombre en el cielo, los hombres hacen gran lamentación e intentan esconderse de ese terrible momento, mientras ven con sus propios ojos lo que parece ser un gran ejercito sobre las nubes. Mateo 24:30.

El cielo se abre, y a la cabeza de ese ejercito, montado en un caballo blanco, aparece el llamado Fiel y Verdadero. Resulta impresionante contemplar su ropa teñida de sangre y sus ojos penetrantes como llama de fuego. Justicia, juicio, poder y gloria son los calificativos mas usados. Es el Mesías, el joven carpintero, la esperanza de Israel. El mismo Jesús que fue quitado de los apóstoles en el monte, esta regresando como REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Apocalipsis 19

Lo acompaña una multitud con cuerpos celestiales; entre ellos las primicias, Pedro, Juan, Jacobo, el escritor de Tesalonicenses 4:16-17 y un pequeño niño de nombre apostólico, que parece no tener mas de diez años, pero cabalga como un experto jinete. Coronas sobre sus cabezas, celestial laurel, vestiduras de lino fino, blanco y muy limpio. Parecen ser un solo cuerpo con el Rey, un solo pensamiento, un solo sentir, una comunión e intimidad solo comparables a la lograda por un buen matrimonio que a sabido sobrevivir el paso de los años.

Son los mal llamados "abducidos", los guardados de la hora de la prueba, aquellos que vivieron a la luz del regreso del Maestro, los entendidos que enseñaron la justicia y que hoy resplandecen como estrellas a perpetua eternidad.

El Rey se dirige al monte de los olivos, viene a consumar el gran día del Dios Todopoderoso, con justicia juzga y pelea y de su boca sale una espada de dos filos para herir con ella a las naciones.

El momento esperado llego, el Rey desciende y pisa exactamente en el lugar de su ascensión, relámpagos, truenos y voces y un gran temblor que divide la gran ciudad en tres partes y convierte en ruinas a todas las ciudades de la tierra.

En ese sublime momento los ejércitos de las naciones son vencidos tan solo con el espíritu de su boca y el resplandor de su venida. Las dos bestias son lanzadas al lago, la serpiente antigua es atada y el pueblo escogido tiene a su Rey de regreso en la Santa Jerusalén. Es tiempo de restaurar el trono de David, de ser luz para las naciones, de establecer el reino donde el león y el cordero sean apacentados juntos.

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años." Revelación 20:4

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