Harpazo no solo es el próximo traslado de la Iglesia hacia la casa del Padre, es mucho más que eso.
Harpazo es un momento único y especial en el que literalmente ocurrirá una transformación corpórea de generaciones de hombres fieles que aguardaron hasta nuestros días por la esperanza bienaventurada del regreso del Señor. Este hecho es tan relevante y sublime que el apóstol Pablo lo llama en una de sus cartas un "misterio".
"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocara la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados." 1 Corintios 15:51-52
En concordancia con 1Tesalonicenses 4:16-17, aquí el apóstol nos muestra dos tipos de creyentes que serán participes del Harpazo. Unos son los muertos en Cristo, los que duermen en el Señor. El resto son los que tendrán el privilegio de estar vivos cuando se cumplan los designios proféticos. Ambos grupos, pese a estar en una situación distinta, comparten el primordial testimonio de haber agradado a Dios y ser hallados dignos de escapar de las cosas que vendrán sobre la tierra. Todos ellos tendrán el privilegio de estar de pie delante del Hijo de Dios y todos ellos, muertos o vivos, serán transformados en un abrir y cerrar de ojos.
Hoy nuestros cuerpos son mortales y corruptibles, pero en el momento del harpazo seremos revestidos de inmortalidad e incorrupción. Solo en ese instante de resurrección se cumplirá la palabra escrita; "Sorbida es la muerte en victoria" 1 cor. 15:54. La palabra antigua "sorbida", significa; eliminada, absorbida, menoscabada, consumida. En otras palabras, es en el harpazo, en la denominada "primera resurrección", que la final victoria sobre la muerte se convierte en un hecho concreto.
Esta transformación dará como resultado cuerpos celestiales, similares al cuerpo que tenia el Señor Jesús después de resucitar. El podía atravesar paredes y segundos después compartir pan y pescado con sus discípulos. Esos atributos serán parte de la nueva morada que el Señor nos dará al redimirnos.
Feliz aquel que escuche la final trompeta, feliz aquel que reciba la sobrenaturelaza de ascender hacia la nube del encuentro, feliz aquel digno de experimentar la transformación de la victoria.
"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando el se manifieste, seremos semejantes a el, porque le veremos tal como el es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en el , se purifica a si mismo así como el es puro." 1 Juan 3:2-3.
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